Aunque la escritora bávara Lena Christ ya mencionaba esta bebida en un libro de memorias en el año 1912, la teoría más aceptada del nacimiento de la Radler surgió como casi todos los maravillosos descubrimientos de la humanidad: fruto de la casualidad y, a veces, de la necesidad.
Corrían los “felices años 20”, y más en concreto el feliz verano de 1922, cuando un club de ciclistas frenaron sus bicicletas y pararon a tomar su ganado avituallamiento en Kugler Alm, el establecimiento que Franz Xaver Kugler un trabajador del ferrocarril reconvertido a tabernero, había levantado en Deisenhofen. Este idílico lugar de Baviera lleno de frondosos bosques estaba situado a una veintena de kilómetros al sur de la capital bávara, Múnich. La majestuosidad del paisaje lo había convertido en un destino idóneo para los excursionistas que buscaban relax y aire puro lejos de la ciudad.
Después de la I Guerra Mundial, Europa vivió un auténtico boom de la bicicleta y era muy habitual organizar rutas y excursiones con este medio de locomoción para grupos de aficionados. Y, por este motivo, Kugler construyó una pista destinada a las bicicletas cerca de su taberna.
Hasta ella, aquella tarde de junio, se acercaron multitud de ciclistas demandando cerveza para saciar su sed e hidratarse después del ejercicio. Todo iba de maravilla hasta que el señor Kugler se percató de que su reserva de cerveza comenzaba a disminuir, en proporción inversamente proporcional a la llegada de clientes sedientos.
Así las cosas, el hostelero bávaro se puso manos a la obra y comenzó a mezclar cerveza con limonada para no dejar a ningún cliente sin refrigerio. Las jarras que se sirvieron aquel día contenían una mezcla formada por un 50% de cerveza y un 50% de limonada, una bebida de la que sí tenía alto stock ya que la clientela, habituada a la cerveza, le daba poca salida.
De esta manera nació lo que Kluger llamó Radlermass. Radler, que deriva de la palabra “fahrradfahrer” (utilizada en el alemán coloquial para referirse a los ciclistas) y Mass, que es el vocablo referido a las jarras de cristal de un litro, muy típicas en Baviera.
La popularidad de la Radlermass de Krugler corrió como la pólvora y, en poco tiempo, no hubo ‘biergarten’ de Múnich que se preciase que no contase con ella. Con el tiempo, esta exitosa combinación ha cruzado fronteras y podemos degustarla con normalidad y frecuencia.